martes, 12 de agosto de 2008

Alegorías: El Nazgûl y la Mariposa


Mi niño estaba en un juego de video donde el héroe estaba hecho de su carne y sus huesos, la misión: escapar de un espectro de lengua azul, jinete de una bestia endemoniada, que con sus ostentosas garras trataba de arrancarle las articulaciones, reconoció: era el Nazgûl de sus lecturas Tolkianas, se sintió en la Batalla de los Campos de Pelennor, rápidamente entendió que todo era un sueño, ninguna compañía de la Industria de Videojuegos le había echado el ojo a aquella historia, aún, además los avances tecnológicos en dicha área no habían creado todavía, para orgullo de la realidad, la consola que brinde al jugador la emoción virtual de las tres dimensiones espaciales; el Nazgûl estaba ya sobre su cabeza, mi niño se prometió a viva voz videojuego alguno no volver a manipular, de pronto el Nazgûl en presuroso vuelo se precipitó contra su cuerpo inmovilizado por el miedo, no funciona el mando se preguntó, no¡ no¡, no funciono yo se respondió; su grito mudo no evitaría la embestida, pero con cada metro que el espectro y su infernal bestia descendían sus formas cambiaban, la morfología bestial se transformaba en la de un sutil animalillo, el espectro avernal desaparecía del mismo modo que la cola triangular de la bestia que cabalgaba, sus inmensas alas escamosas se reducían hasta convertirse en unas suaves y frágiles, su cabeza en ovillo y su tronco como en un capullo, de pronto ante si se mostraba una mariposa, una violácea, una muy oscura, del color anterior al de la nada, la misma que inmensa se reducía a cada metro que descendía, era hermosa, oscura pero hermosa; sintió un vahído, en acto reflejo su brazos trémolos intentaron cubrir su rostro, la bestia se había transformado en algo bello, pero el miedo no, este era aún mayor, era el miedo en su instancia última, el que no te permite mover ni lo ojos que están tan abiertos como la caverna de tu garganta, y no puedes oír nada más que los latidos de tu corazón, era el miedo anterior al de la muerte, el terror; la mariposa cobró forma y tamaño natural y se posó sobre su hombro derecho, le quemó como una daga incandescente; sus ojos se abrieron de par en par y su mano izquierda azotaba contra su hombro derecho y luego contra la nada, despertó del todo, entendió lo que ya sabía, que era todo un sueño, pero ahora con una doble sensación, la de sentirse a salvo y la de una cama húmeda que expedía olores mezcla de amoniaco y urea, pensó en su padre y en su cinto de cuero color caqui; las pesadillas no eran algo novedoso para él, por eso siempre dormía boca arriba, así se sentía menos expuesto, y siempre con la frazada sobre el rostro, pues todas las noches luego del beso y la plegaria de su madre el techo le develaba imágenes indescifrables, notó entonces que la sábana no le cubría esta vez el rostro y lo más extraño tampoco los pies; se vio y se pensó mayor, sin saberlo se sintió adulto, como de veintitrés, por un momento se le fue de la mente el cinto de su padre; pensó con una lógica que hasta el día anterior le era ajena, y lejana temporalmente: que en tan poco tiempo había crecido sin haber crecido nada, Nazgûles o mariposas, sería siempre la misma cosa, la misma alegoría: Miedo.

2 comentarios:

cielo dijo...

muy buena, lograstes recordame mis miedos....buuuu

Anónimo dijo...

Genial...!!!
Excelente proyección...!!!
Como siempre ud. maestro...
Y es que en realidad quien no se siente identificado por una experiencia similar ocurrida en cierto pasaje de su vida...